Testimonios
Cuento ganador del concurso: Otro Día de Elisa Varas Springmuller
Otro Día
El despertador estaba sonando. Cali empezó a abrir los ojos lentamente, el sueño todavía estaba presente en ella. Permaneció un buen rato mirando el techo, repasando lo que iba a tener que hacer ese día, hasta que miró su reloj de pulsera. Estaba atrasada para ir al colegio. Se vistió tan rápido que no se percató de lo que la rodeaba. Agarró lo que creía que era su mochila y salió corriendo.
El frío fue como una bofetada en su rostro, era desgarrador. Cali trató de no pensar y empezó a caminar más rápido, miraba el suelo mientras caminaba, era una costumbre habitual en ella. Para su suerte el colegio le quedaba a unas cuadras de la casa. La rutina del día estaba comenzando, otro día igual a todos.
Empezó a escuchar unos pasos de alguien que se acercaba, y antes que alzara la vista, un hombre chocó contra ella. Éste se dio vuelta por un segundo para mirarla. El sujeto tenía una mirada fría, pero al verla su rostro cambió. La había mirado como si supiera perfectamente quien era. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Cali y antes que ella pudiera reaccionar el hombre siguió su camino.
Cali siguió caminando, pero un presentimiento en su interior iba creciendo. El aire estaba pesado y había empezado a jadear. Comenzaba a dar cuenta que algo extraño estaba ocurriendo, pero no podía explicarse qué era. Al momento de doblar la esquina, se quedó sin respiración. Ante sus ojos había algo sorprendente, el colegio estaba completamente destruido, solamente quedaban escombros esparcidos por el lugar.
Cali empezó a temblar, esto no le podía estar sucediendo. Se arrodilló en el suelo y cubrió el rostro con las manos, no podía pensar en nada. Para ella esto no era real, era una pesadilla de la que pronto iba a salir, pero nada ocurría. Empezó a mirar a su alrededor buscando ayuda, alguien que le explicara qué había pasado, pero no había nadie cerca. Su mente era un torbellino de confusión, quería entender qué era lo que estaba ocurriendo.
Lentamente comenzó a divisar con mayor claridad lo que la rodeaba. El cielo era gris, absolutamente gris. Los árboles estaban cubiertos de polvo y casi sin vida, ya no se veía el hermoso verde de la vegetación. Las casas que todavía estaban en pie se veían abandonadas, incluso algunas de las ventanas estaban tapadas con tablas. En el suelo había hojas de periódicos esparcidos por todos lados que volaban al compás del viento. Cali alcanzó a atrapar una de las hojas antes que fuera llevada más lejos. Empezó a leer, pero no comprendía las extrañas noticias que comunicaba el diario, solo había nombres y sucesos desconocidos para ella. Confundida miró la fecha y con asombro constató que había pasado más de 50 años -¿En esto es lo que se ha convertido el mundo?-pensó Cali. Simplemente no podía asimilar lo que estaba ocurriendo.
Corrió lo más rápido que pudo a su casa, solamente quería llegar y comprobar que todo solamente era una ilusión causada por el adormecimiento. Quería ver que sus padres seguían ahí y que nada de lo que había visto era real. Cuando entró todo era polvo y basura, las cosas estaban revueltas, daba la impresión que alguien hubiera entrado a la fuerza y llevado lo que encontró.
Asustadísima corrió a su pieza y vio que todavía estaban algunas de sus cosas, pero como si éstas hubieran sido abandonadas por muchos años. Las cortinas estaban cubiertas de polvo y llenas de agujeros debido a las polillas, los papeles estaban esparcidos por todo el suelo. Su pieza siempre fue ordenada y perfecta, nunca había nada fuera de su lugar, pero ahora todo era un caos. Horrorizada subió rápidamente por las escaleras hacia la pieza de sus papás, pero ahí no había nada más que suciedad y trastos viejos. Una sensación terrible inundó su cuerpo y unas gruesas lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. Seguramente estaba alucinando porque todo se veía muy irreal, ficticio. Volvió a mirar a su alrededor y constató nuevamente que no era un sueño.
Como nunca, anheló la compañía de sus padres. Necesitaba que ellos la pudieran contener y acoger. Un frío profundo recorrió su cuerpo, era el temor que crudamente se hacía presente por primera vez en su vida. Había llegado a lo que tanto miedo le provocaba. La soledad. Su mente se nubló y no fue capaz de pensar en nada. Se tumbó sobre la cama y simplemente quiso olvidar por un momento lo que le estaba pasando e imaginó a sus padres acurrucados a su lado.
Permaneció tendida sin moverse por un largo rato, tiempo que para Cali fue una eternidad. Llegó el momento en que su mente empezó a funcionar con mayor claridad y decidió que tenía que averiguar qué había pasado. Se incorporó lentamente y trató de poner sus pensamientos en orden para saber que hacer a continuación. Debería haber algo que la ayudara a comprender lo que estaba pasando. Se acordó de su diario de vida en el cual siempre escribía, seguramente ahí podría haber alguna señal que le permitiera encontrar respuestas. Cali bajó lentamente por las escaleras y estas crujieron bajo sus pies. Cada sonido se esparcía melancólicamente por todos los rincones de la casa. Esto le provocó una profunda nostalgia. El largo pasillo que conducía a su pieza estaba oscuro y el polvo flotaba en el aire, iluminado por finos rayos de luz que se colaban del techo. Entró a su pieza y trató de poner las cosas en orden, recogió sus libros, papeles, objetos y los colocó en sus respectivos lugares. En lo profundo del armario estaba oculto su diario. Lo sacó cuidadosamente porque las hojas estaban gastadas por el tiempo y la humedad, por lo que tenía que tener cuidado en no romperlas. Buscó lo último que había escrito.
13 de Abril 2012
Querido Diario:
Otro día cotidiano más, nada interesante ocurre en mi vida. El colegio es lo mismo de siempre, ir allá, conversar con mis amigos y dormir en la clase. Y después simplemente vuelvo a mi casa a pasar un día entero en el computador simulando tener una vida social en Facebook. ¡Que aburrida es mi vida! Quisiera que algo espectacular pase. Supongo que el cambio lo voy a tener que causar yo. Querido Diario ayúdame a liberarme de esta claustrofóbica cotidianidad.
27 de Mayo 2012
Querido Diario:
A lo mejor debería decir no tan querido diario, puesto que solamente escribo aquí para dejar algo de mi vida. La verdad es que no me ha ayudado nada el desahogarme aquí. Los demonios me siguen persiguiendo. Desearía no haber hecho “eso”, ahora ya es tarde. No puedo contarle a nadie porque me metería en serios problemas. Quisiera tener una oportunidad para mejorar las cosas, desearía poder retroceder en el tiempo y no haber cometido esos terribles errores. Me tengo que ir, los problemas se acercan.
Al leer esto quedó impactada, y rápidamente avanzó a la página siguiente, casi rompiéndola. Quería saber qué fue “eso” que mencionaba en el diario.
30 de Mayo 2012
Ellos han llegado a la casa, se llevaron a mis papás. Estoy sola, no sé qué hacer. La única posibilidad es agarrar la pistola que está en la caja fuerte de mi papá, pero no sé si tendré la valentía. Nunca debí mezclarme con esa gente, no debí haber confiado en los que creía que eran mis amigos. Ahora estoy completamente sola, sin familia y pronto sin hogar. Ya lo decidí, haré lo que sea por mi familia, aunque sea algo terrible.
Cali levantó la mirada y se preguntó: “¿Estoy muerta?”. Ahora mismo se encontraba en una situación similar y aun así nunca hubiera pensado en quitarse la vida. Con miedo avanzó a la hoja siguiente, temiendo que estuviera en blanco.
3 de Junio 2012
Asesinar fue un error y ahora lo pagaré caro. El que lea esto, quiero que sepa que soy inocente, me obligaron hacerlo. Sin nadie a mi lado, este es mi final.
Las siguientes páginas estaban en blanco. Nada tenía sentido para Cali, ella siempre había sido una persona tranquila e inofensiva, jamás habría hecho algo como eso. Sumida en su desesperación y necesidad de comprender más, dio vuelta completamente su pieza tratando de encontrar algo que le aclarara lo que relataba el diario, pero no halló nada.
Todo lo que la rodeaba era diferente y estaba atrapada en un mundo que no le pertenecía. Se sentía como una extraña en su propio hogar. Quería gritar, llorar y golpear, pero una barrera interior no le permitía liberar sus sentimientos.
Salió de su casa y vagó por las calles sin ningún destino. Todo su entorno le causaba asombro. Los autos, las casas, las tiendas, todo estaba abandonado. Pasó frente a lo que antes era su colegio y llegó al parque al cual siempre iba cuando era niña, pero para su desgracia también estaba todo destruido y los árboles se encontraban quemados. Caminó a través de las cenizas y el carbón, y así se sentía en su interior. Una negrura similar a lo que la rodeaba. Se encontraba desolada, sin un rumbo a seguir. Se quedó quieta en el centro del parque y su mirada se perdió en el horizonte.
De pronto divisó a lo lejos un árbol que todavía estaba vivo. Era el único que quedaba en ese parque. Al ver esto hizo lo que debió haber hecho hacer antes, gritó a todo pulmón, gritó groserías y dejó salir todos los sentimientos que la estaban ahogando. Sentía una corriente que luchaba por salir de su pecho, causándole mucho dolor. Cuando ya no tuvo más fuerza, se tumbó en el suelo y lloró. Lloró, por su familia, lloró por sus amigos, lloró por lo que había perdido.
Después de un rato Cali sintió que alguien caminaba hacia ella. Rápidamente alzó la mirada. Era el mismo hombre con el que se había cruzado, con una mirada más escalofriante aún. Sus ojos eran oscuros como el cielo sin luna. El hombre esbozó una sonrisa sarcástica que deformó su cara.-Cali, ya es hora de despertar- le dijo.
Riiiiinggg! Riiiiinggg! El despertador estaba sonando. Cali despertó sobresaltada y el corazón le latía tan fuerte que parecía que se fuera a salir de su pecho. Su cara estaba empapada de lágrimas. Ella miró a su alrededor, era su pieza y todo estaba igual que siempre. Permaneció un largo rato sentada en su cama, tratando de digerir y asimilar lo que había sucedido. Todo había sido una amarga pesadilla.
Se levantó y sin pensar fue corriendo a la pieza de sus papás, y ahí estaban recién despertando. La mamá la miró y un alivio enorme inundó el cuerpo de Cali. Sin pensar fue a abrazarla, no la soltó hasta asegurarse que el cuerpo que estaba tocando era real. Su papá seguía acostado. Cali le dio un beso en la mejilla y este le respondió con un gruñido.
Corriendo a través de los luminosos pasillos fue hacia su pieza y rápidamente se vistió sin importar el que se había puesto. Salió al aire libre y respiró el frío aire mañanero y se quedó mirando largamente el cielo azul. Nunca habría pensado que un color la podía hacer tan feliz. Tarareando su canción favorita fue caminando al parque. Se había olvidado completamente de su colegio y de la prueba que tenía, simplemente disfrutaba de su alrededor. Se sentó en el pasto mojado sin importarle nada. Un pájaro voló cerca de ella buscando alimento. Cali sonrió.
Su sueño resultó ser una gran paradoja. Solo a partir de él su vida había cambiado, pero el mundo seguía igual.
Quizás si todos soñaran como Cali tan solo en una noche, despertaríamos en un mundo distinto.